martes, 17 de diciembre de 2013
domingo, 15 de diciembre de 2013
sábado, 14 de diciembre de 2013
La importancia de poner normas en casa
La importancia de poner normas en casa
Poner límites claros y razonables es una de las tareas para que los niños/as no se
conviertan en pequeños/as “tiranos/as” y aprendan a convivir con los demás.
Algunos consejos prácticos a la hora de poner límites a los/las hijos/as son los siguientes:
1. Mostrar objetividad. Es frecuente oír: “pórtate bien" o “sé bueno". Dichas expresiones
pueden resultar imprecisas. Los/las niños/as lo entenderán mejor si se ponen las normas
de una forma más concreta ("habla bajito en la biblioteca " o “dame la mano para cruzar la
calle").
2. Ofrecer opciones. Dar a los/las niños/as la oportunidad limitada de decidir cómo cumplir
las "órdenes". Así sienten una sensación de poder y control, reduciendo las resistencias
("es la hora de vestirse, ¿quieres elegir un traje, o lo hago yo?”).
3. Ser firmes. Ejecutar con voz segura, sin gritos, y con mirada seria en la cara lo que se
quiere hacer cumplir (“vete a tu habitación ahora" o "¡para!, los juguetes no son para
tirar").
4. Acentuar lo positivo. Expresiones como el "no" o "para!" dicen lo que es inaceptable
pero no explican qué comportamiento se debería tener. Es más oportuno decir a un/una
niño/a lo que debe hacer (“habla bajo") antes de lo que no debe hacer (“no grites").
5. Mantenerse al margen. Cuándo se dice "quiero que te vayas a la cama ahora mismo",
se está creando una lucha de poder personal con los/las niños/as. Una buena estrategia
es hacer constar la regla de una forma impersonal (“son las 8, hora de acostarse" y se le
enseña el reloj).
6. Explicar el porqué. Evitar dar una larga explicación que les distraiga, es decir,
manifestar la razón en pocas palabras (“no muerdas a las personas. Eso les hará daño" o
“si tiras los juguetes de otros niños, ellos se sentirán tristes porque les gustaría jugar con
ellos").
7. Sugerir una alternativa. Así aprenden que sus sentimientos y deseos son aceptables
("no sé si te gustaría mi pintalabios, pero eso es para los labios y no para jugar. Aquí
tienes un lápiz y papel a cambio" o “no te puedo dar un caramelo antes de la cena, pero te
puedo dar un helado de chocolate después".
8. Ser consistente. Las rutinas y reglas de la familia deben ser consistentes días tras día
(hora de comer, acostarse, etc.), aunque se esté cansado o indispuesto.
9. Desaprobar la conducta, no al niño/a. Dejar claro a los/las niños/as que la
desaprobación está relacionada con su comportamiento y no directamente con ellos/as.
En vez de decir “eres malo" (desaprobación del niño/a), se puede decir “no muerdas"
(desaprobación de la conducta).
10. Controlar las emociones. Cuando se está muy enfadado, se castiga más seriamente y
se puede sin quererlo ser más abusivos verbalmente y/o físicamente.
RESUMEN
Las familias deben poner las normas que consideren justas, exigir que se cumplan, actuar
con seguridad y firmeza, desde el conocimiento de los niños/as y el cariño que tienen a
sus hijos e hijas, sabiendo que son el modelo a imitar y sabiendo que la valoración y
respeto son una meta y una guía para ellos/as.
Dra. Ainhoa Manzano Fernández
Dr. Juan Luis Martín Ayala
ETXADI
Familia-Psikologia Unibertsitate-Zentroa
Centro Universitario de Psicología de la Familia
Cómo actuar ante una rabieta
Cómo actuar ante una rabieta
Los padres y las madres debemos limitar lo que aceptamos y lo que no del
comportamiento de los hijos y de las hijas, por ello, en las rabietas es importante:
1. Controlar el temperamento. Cuando un niño/a tiene una rabieta pierde totalmente el
control y gritarle no tiene ningún efecto. Es importante serenarse:
- Expresar el enfado de forma clara pero breve. Ejemplo: “Jon me estoy enfadando
mucho” en lugar de “Jon, eres un trasto, me estás enfadando”, para no
culpabilizarle ni etiquetar al niño/a.
- No utilizar ni insultos ni tacos, ya que sólo demostrarán que te estás poniendo
nervioso/a, lo que hará que aumente su conducta.
- Utilizar palabras cortas de control como “Basta” o “ya está bien”. Resultarán más
eficaces que explicaciones largas.
- Expresar tranquila y claramente tu intención de no atender su exigencia: “Jon, lo
siento, pero no voy a comprarte esos caramelos”.
- Si el niño/a llora, grita o patalea, dejarle bien claro que no le atenderás hasta que
se calme.
- Introducir una pausa en el discurso para que las palabras surtan efecto. A ti te
servirá para calmarte y a él/ella para entender lo que le pides.
- Hablar despacio y con seguridad, dando por hecho que lo que dices producirá el
efecto que deseas.
- Nunca te rías cuando estés tratando de cortar una rabieta, es un mensaje
contradictorio.
- Aléjate de la situación o date la vuelta para favorecer la retirada de atención.
- Si no puedes controlar tu enfado, tómate un tiempo fuera para tranquilizarte. Ese
tiempo servirá para calmarte fuera de la presencia del niño/a. Bastarán unos
segundos que servirán para respirar y pensar en una forma eficaz de controlar la
situación.
2. No perder la perspectiva. Las rabietas desgastan y agotan, pero hay que recordar que
todos/as los niños/as las tienen, no solo los nuestros.
3. No avergonzarse. La situación no debe hacernos transigir a sus caprichos, a pesar de
que nos sintamos observados y juzgados por los espectadores.
4. Tratar de evitarlas. Si sabemos que hay situaciones en las que son más probables que
aparezcan (en el supermercado), deberemos intentar controlarlas:
- Aunque las rabietas se desencadenan rápidamente, hay señales de aviso. La
respiración es más rápida y superficial, el ceño se frunce. Si vemos que empiezan
estar alterados, debemos intentar calmarlos antes de que alcancen el punto álgido.
- Debemos intentar distraer su atención, por ejemplo, pedirle un juguete o que nos
ayude a hacer algo.
5. No hay que rendirse. Debemos hacer todo lo posible para no rendirnos ante los
hijos/as, si no, los niños/as perciben que consiguen lo que quieren si su rabieta es
suficientemente ruidosa.
RESUMEN
El comportamiento de rabietas es habitual en los niños/as de entre 1 y 6 años, aunque es
todavía más frecuente entre 1 y 3 años. Las rabietas forman parte de una fase del
desarrollo evolutivo que superarán cuando aprendan a ponerse en el punto de vista de los
demás. Las sugerencias expuestas en este artículo pueden servir para sobrellevar las
rabietas en situaciones en las que los niños y niñas pierden el control.
Dra. Ainhoa Manzano Fernández
Dr. Juan Luis Martín Ayala
ETXADI
Familia-Psikologia Unibertsitate-Zentroa
Centro Universitario de Psicología de la Familia
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