sábado, 14 de diciembre de 2013

La importancia de poner normas en casa

La importancia de poner normas en casa

Poner límites claros y razonables es una de las tareas para que los niños/as no se
conviertan en pequeños/as “tiranos/as” y aprendan a convivir con los demás.


Algunos consejos prácticos a la hora de poner límites a los/las hijos/as son los siguientes:
1. Mostrar objetividad. Es frecuente oír: “pórtate bien" o “sé bueno". Dichas expresiones


pueden resultar imprecisas. Los/las niños/as lo entenderán mejor si se ponen las normas
de una forma más concreta ("habla bajito en la biblioteca " o “dame la mano para cruzar la

calle").

2. Ofrecer opciones. Dar a los/las niños/as la oportunidad limitada de decidir cómo cumplir

las "órdenes". Así sienten una sensación de poder y control, reduciendo las resistencias

("es la hora de vestirse, ¿quieres elegir un traje, o lo hago yo?”).

3. Ser firmes. Ejecutar con voz segura, sin gritos, y con mirada seria en la cara lo que se

quiere hacer cumplir (“vete a tu habitación ahora" o "¡para!, los juguetes no son para

tirar").

4. Acentuar lo positivo. Expresiones como el "no" o "para!" dicen lo que es inaceptable


pero no explican qué comportamiento se debería tener. Es más oportuno decir a un/una
niño/a lo que debe hacer (“habla bajo") antes de lo que no debe hacer (“no grites").

5. Mantenerse al margen. Cuándo se dice "quiero que te vayas a la cama ahora mismo",


se está creando una lucha de poder personal con los/las niños/as. Una buena estrategia
es hacer constar la regla de una forma impersonal (“son las 8, hora de acostarse" y se le


enseña el reloj).
6. Explicar el porqué. Evitar dar una larga explicación que les distraiga, es decir,

manifestar la razón en pocas palabras (“no muerdas a las personas. Eso les hará daño" o

si tiras los juguetes de otros niños, ellos se sentirán tristes porque les gustaría jugar con

ellos").

7. Sugerir una alternativa. Así aprenden que sus sentimientos y deseos son aceptables

("no sé si te gustaría mi pintalabios, pero eso es para los labios y no para jugar. Aquí

tienes un lápiz y papel a cambio" o “no te puedo dar un caramelo antes de la cena, pero te

puedo dar un helado de chocolate después".

8. Ser consistente. Las rutinas y reglas de la familia deben ser consistentes días tras día

(hora de comer, acostarse, etc.), aunque se esté cansado o indispuesto.

9. Desaprobar la conducta, no al niño/a. Dejar claro a los/las niños/as que la


desaprobación está relacionada con su comportamiento y no directamente con ellos/as.
En vez de decir “eres malo" (desaprobación del niño/a), se puede decir “no muerdas"


(desaprobación de la conducta).
10. Controlar las emociones. Cuando se está muy enfadado, se castiga más seriamente y


se puede sin quererlo ser más abusivos verbalmente y/o físicamente.
RESUMEN

Las familias deben poner las normas que consideren justas, exigir que se cumplan, actuar

con seguridad y firmeza, desde el conocimiento de los niños/as y el cariño que tienen a

sus hijos e hijas, sabiendo que son el modelo a imitar y sabiendo que la valoración y

respeto son una meta y una guía para ellos/as.

Dra. Ainhoa Manzano Fernández

Dr. Juan Luis Martín Ayala

ETXADI

Familia-Psikologia Unibertsitate-Zentroa

Centro Universitario de Psicología de la Familia

Cómo actuar ante una rabieta

Cómo actuar ante una rabieta

Los padres y las madres debemos limitar lo que aceptamos y lo que no del

comportamiento de los hijos y de las hijas, por ello, en las rabietas es importante:

1. Controlar el temperamento. Cuando un niño/a tiene una rabieta pierde totalmente el

control y gritarle no tiene ningún efecto. Es importante serenarse:
- Expresar el enfado de forma clara pero breve. Ejemplo: “Jon me estoy enfadando

mucho” en lugar de “Jon, eres un trasto, me estás enfadando”, para no


culpabilizarle ni etiquetar al niño/a.
- No utilizar ni insultos ni tacos, ya que sólo demostrarán que te estás poniendo


nervioso/a, lo que hará que aumente su conducta.
- Utilizar palabras cortas de control como “Basta” o “ya está bien”. Resultarán más


eficaces que explicaciones largas.
- Expresar tranquila y claramente tu intención de no atender su exigencia: “Jon, lo

siento, pero no voy a comprarte esos caramelos”.

- Si el niño/a llora, grita o patalea, dejarle bien claro que no le atenderás hasta que


se calme.
- Introducir una pausa en el discurso para que las palabras surtan efecto. A ti te


servirá para calmarte y a él/ella para entender lo que le pides.
- Hablar despacio y con seguridad, dando por hecho que lo que dices producirá el


efecto que deseas.
- Nunca te rías cuando estés tratando de cortar una rabieta, es un mensaje


contradictorio.
- Aléjate de la situación o date la vuelta para favorecer la retirada de atención.

- Si no puedes controlar tu enfado, tómate un tiempo fuera para tranquilizarte. Ese


tiempo servirá para calmarte fuera de la presencia del niño/a. Bastarán unos

segundos que servirán para respirar y pensar en una forma eficaz de controlar la

situación.

2. No perder la perspectiva. Las rabietas desgastan y agotan, pero hay que recordar que

todos/as los niños/as las tienen, no solo los nuestros.

3. No avergonzarse. La situación no debe hacernos transigir a sus caprichos, a pesar de

que nos sintamos observados y juzgados por los espectadores.

4. Tratar de evitarlas. Si sabemos que hay situaciones en las que son más probables que

aparezcan (en el supermercado), deberemos intentar controlarlas:
- Aunque las rabietas se desencadenan rápidamente, hay señales de aviso. La


respiración es más rápida y superficial, el ceño se frunce. Si vemos que empiezan

estar alterados, debemos intentar calmarlos antes de que alcancen el punto álgido.
- Debemos intentar distraer su atención, por ejemplo, pedirle un juguete o que nos


ayude a hacer algo.

5. No hay que rendirse. Debemos hacer todo lo posible para no rendirnos ante los

hijos/as, si no, los niños/as perciben que consiguen lo que quieren si su rabieta es

suficientemente ruidosa.
RESUMEN

El comportamiento de rabietas es habitual en los niños/as de entre 1 y 6 años, aunque es

todavía más frecuente entre 1 y 3 años. Las rabietas forman parte de una fase del

desarrollo evolutivo que superarán cuando aprendan a ponerse en el punto de vista de los

demás. Las sugerencias expuestas en este artículo pueden servir para sobrellevar las

rabietas en situaciones en las que los niños y niñas pierden el control.

Dra. Ainhoa Manzano Fernández

Dr. Juan Luis Martín Ayala

ETXADI

Familia-Psikologia Unibertsitate-Zentroa

Centro Universitario de Psicología de la Familia

"LOS DOCE ABRIGOS DE MAMÁ"

Su  abrigo  de polvos de rosa, en la dulzura de las mañanas claras cuando mamá, para despertarme, posa sobre mi frente un beso de mar...